El amor romántico en el siglo XXI
Con el correr de los años actuales y las apps de citas, parecería haber cada vez más y más formas de conocer gente pero, ¿estamos dispuestos a realmente conocer a alguien nuevo y enamorarnos?
No todos usan las apps de citas para enamorarse, claro esta que muchas veces son utilizadas meramente con fines sexuales, pero ¿quién no ha escuchado alguna historia de personas que se conocieron por una app de citas y terminaron juntas? ¿Cómo afecta la adición de las redes sociales a nuestras relaciones sexuales y amorosas?
El domingo por la mañana me crucé con una publicación que hablaba sobre el motivo por el cual el amor para los millennials se complicó tanto. Me pareció muy acertada tanto para ellos como para nuestra generación, los centenialls. Les dejo el post:
Quiero aclarar que voy a generalizar MUCHO en este posteo, y que eso no necesariamente quiere decir que todos ni todas hagamos estas cosas. Besito.
Me interesa ahondar en algunos puntos:
1- El concepto del valor, tanto el valor emocional que tiene una relación para nosotros, como el valor, el “coraje”, que se necesita para terminar o empezar una relación. Perdimos la capacidad de apreciar las cosas como individuales. Estamos tan acostumbrados a los estímulos constantes y superpuestos, que prestarle atención a una persona a la vez se nos hace casi imposible. Se podría decir que preferimos cantidad antes que calidad.
2 - La no validación de las emociones, la ridiculización a quien expone sus sentimientos. Mostrar interés se convirtió en algo negativo y es más “capo” quien es más distante y desinteresado. Las relaciones cobraron un valor tan frágil y efímero, que necesitamos demostrar que no nos importan para que no nos duela tanto cuando nos rompan el corazón.
3- El esfuerzo de fingir que no nos esforzamos. La necesidad de planear cada mensaje y hacer esperar al otro hasta para la respuesta más mínima. Creo que en esto hay una mezcla de cosas. Empezando porque cara a cara no podrías tardar 5 horas en contestar, la tecnología nos da la impresión de estar las 24 horas del día conectados, y le saca la importancia a la comunicación; no llamas a una amiga para hablar por un par de minutos u horas, porque eso requiere tu atención completa. Elegimos estar multitasking: mientras contestamos mensajes (o dejamos esperando) vemos una serie o miramos las redes sociales.
Se perdió la importancia a lo que requiere nuestra atención exclusiva, lo que necesita que estemos presentes en carne y hueso, que nuestros sentidos estén alertas y sin distracciones constantes. Nos acostumbramos tanto a los estímulos excesivos que no valoramos los estímulos únicos, individuales y especiales.
4 - La búsqueda de algo “mejor”, de la perfección, la inconformidad. Pero no la inconformidad en el sentido de “no me gusta esto, me hace sentir mal, me voy”, sino como el sentimiento de que siempre merecemos algo más, y el no poder valorar lo que tenemos en frente. Ver el vaso medio vacío en vez de medio lleno.
5 - Posicionar el ego por encima de los sentimientos, no ser claros con nuestras intenciones, con lo que queremos, con lo que deseamos, con a dónde queremos que vaya esta relación, por miedo a que la otra persona no sienta lo mismo. Se vive la relación como exclusivamente atada al presente y no como algo que va a prosperar, a crecer. Se pierde la idea de proyectar con un otro por el alto nivel de proyección individual que tiene cada uno.
También por la idea de que el amor monógamo es malo y limitante, y considero que eso no depende de la cantidad de personas con las que salgas, sino de la calidad de las personas con las que salgas. Proyectar con un otro no significa no poder también proyectar de manera individual, significa que una parte de tu vida se vincula y se une a otra persona y la otra a tu individualidad, y estas dos partes conviven y se nutren mutuamente.
Me parece ilógico echarle la culpa de la toxicidad a ser monógamo, creo que esta vinculado a muchas otras cosas que se pueden dar también en una relación abierta o poliamorosa. Que es algo que depende más del respeto que uno tenga hacia sí mismo y hacia los demás que del “tipo” de relación que lleves en cuanto a números y exclusividad.
Me parece interesante también cómo la idea de poliamor se puede relacionar con la necesidad de tener estímulos múltiples y no poder prestar atención a una cosa a la vez, necesitar siempre más. No digo que esté mal, sino que va muy de la mano con el concepto del multitasking virtual.
Es como si hubiéramos puesto todo el peso del otro lado de la balanza, y pasamos de vivir completamente dependientes a un otro a ser completamente individualistas. Como si realmente no viéramos todos los grises que hay en el camino, todas las subjetividades por las que pasa cada uno. Generalizamos y decidimos que algo esta mal y que hay que borrarlo de la faz de la tierra.
Hay una escena de Mujercitas (2019, dirigida por Greta Gerwig) en la cual la hermana más “conservadora” le dice a la mas rebelde: “Solo porque mis sueños son diferentes a los tuyos, no significa que no son importantes”. Lo cual me parece hermoso comprender: que en nuestro mundo feminista actual algo no sea “correcto”, no significa que no hay personas que siguen realmente disfrutando de esas cosas. Mientras seamos conscientes de que tenemos opciones: todas y todos deberíamos ser libres de elegir cómo amar.
Esta película, orientada en 1860–1870, invita a reflexionar sobre un tema que nos interpela a las feministas de hoy: ¿cómo ser independiente, ambiciosa, exitosa, y amar a un hombre a la vez? Apelo a la heterosexualidad como constructo patriarcal del amor al cual nos vemos enfrentadas, considero que las relaciones homosexuales suponen otro tipo de parámetros, lo que no quiere decir que no sean difíciles ni desafiantes, simplemente diferentes por las características sociales de las personas involucradas.
En esta escena, Jo plantea que está cansada de que se crea que el amor es lo único para lo que las mujeres son buenas, que no se les reconozcan sus talentos. Pero, cuando termina de decir esto, expresa que se siente muy sola, que su miedo a desaparecer por amar a un hombre, a pasar a ser una simple mujer casada, la llevó al otro extremo: ni siquiera abrirse a la posibilidad de amar. Me resulta muy interesante como ser extremistas con nuestras creencias se nos puede volver en contra. No estoy diciendo que Jo debería casarse y ser ama de casa para ser feliz, sino encontrar un balance entre su independencia y el amor. Y por favor vean esta película si no lo hicieron ya.
Me encanta hablar de los matices dentro de nuestras creencias, de cómo nos afectan en el día a día, de la visión que tenemos sobre el amor y los motivos por los cuales lo vemos así. Cómo los diferentes contextos condicionan las diferentes formas de amar, y las subcategorías dependiendo tu género, tu color de piel, tu nacionalidad o tu sexualidad.
En Sex and the city, serie orientada en los ’90, Charlotte sigue teniendo una idea muy tradicional de cómo quiere que sea su vida, y Carrie, Miranda y Samantha pertenecen a la ola de mujeres libres, que no necesariamente aspiran a casarse. Charlotte a veces juzga demasiado, pero Miranda también la juzga muchísimo por desear algo tan “antiguo”. No pueden aceptar que ambas elecciones de vida convivan. Como si fueran dos formas de pensamiento muy separadas en épocas: una perteneciente a la ola feminista y la otra al medio evo.
Otro ejemplo excelente es High Fidelity, serie que también recomiendo mucho aunque tiene una sola temporada y fue cancelada (estoy muy enojada). Nuestra protagonista Rob cuenta sus 5 rompimientos más dolorosos, desde el más actual hace un año, hasta el primero en su infancia. Rob apela al individualismo, a cerrarse en sí misma, pero está desesperada por amar. Siente que no sabe dónde depositar su amor, y a veces el compromiso la sobrepasa. Básicamente: tiene un enfrentamiento interno muy fuerte. Por esto no sabe cómo llevar sus relaciones, cuales son sus límites, porque pareciera que todo son extremos.
Es importante que en esta nueva era hermosa de pensamiento entendamos que querer estar con alguien, el acuerdo con el otro, el ceder mutuo en algunas cosas, no es algo tóxico sino que puede volverse tóxico dependiendo cómo lo llevemos a la práctica. Si el otro es nuestro todo, si dependemos completa y tóxicamente de nuestro compañero, ahí es cuando todo se embarra. La línea fina entre querer y necesitar es lo que delimita nuestra forma de amar. Se puede tener una relación sana y ser independiente, lleva trabajo y mucha comunicación, pero es posible.
Hay que apuntar a la conciencia, a la información, a brindar todos los recursos y opciones posibles para poder elegir. Imponer nunca sirve, ya que no a todos les sirven las mismas cosas. Por algo existen muchas personas con gustos sumamente variados. Aprender a aceptar y a uno ser feliz con la decisión individual, sentirnos cómodos tomando un camino diferente al que toman nuestros amigos, generar un clima de aceptación y comprensión. No propongo hacernos los boludos cuando alguien está pasándola mal, propongo ver cada caso individual y no generalizar. Hablar de lo que sentimos, preguntarnos si estamos bien, cómodos, y si detectamos conductas tóxicas, poder hablarlas y recibir ayuda.
Aceptar y ser aceptados es de las cosas más importantes en nuestras relaciones, no porque la opinión del otro tenga que ser un todo, sino porque tus amigos están ahí para bancarte. También hay muchas subjetividades dentro de la cabeza de cada uno, ya que uno puede pensar que no lo bancan cuando simplemente están tratando de ayudarlo a salir de una situación que le hace mal, y también puede ser que alguien le esté tirando mala onda puramente por maldad.
Considero que es un tema muy enorme como para resumirlo en un sólo posteo, pero me gusta abrir muchas puertas y ver que hay adentro sin la necesidad de cerrarlas instantáneamente.
Espero haber abierto muchas puertas (o ventanas) mentales en tu cabeza.
Que tengas un lindo miércoles y una linda semana.